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¿Y el teletrabajo?

18/12/2020

Libro Mokups

Los medios, últimamente, hablan poco del teletrabajo. Luego del revuelo de los primeros meses de la pandemia donde el trabajo remoto era la opción obligada para quienes pudieran hacerlo, vino la etapa del des-confinamiento, el verano en el hemisferio norte y millones de personas volvieron a sus viejas costumbres, con barbijo pero a hacer lo mismo de siempre en la oficina o en el tiempo de esparcimiento y sin mucha distancia social. Esto duro tanto como el verano y luego vino la segunda ola, o más olas, y con ellas nuevamente el teletrabajo.

Lo que sucede es que como escribí en el libro “Desde cualquier lugar”: a lo sumo podrá teletrabajar un 20% de la población laboralmente activa por la sencilla razón que en tiempos normales, Japón pudo llegar a un 25% y si este país con el adelanto tecnológico, más una serie de características culturales únicas, llegó a ese porcentaje, el resto del mundo y específicamente el mundo hispano, podría llegar, con suerte, a un 20%. Y así fue.

Lo positivo es que el teletrabajo llegó para quedarse mas allá de los vaivenes propios de estos tiempos de pandemia. Es natural que muchos deseen volver a su trabajo presencial. De hecho el teletrabajo , en tiempos normales, debía ser opcional por la sencilla razón que muchas personas no disponen del espacio físico y condiciones mínimas para poder trabajar en forma cómoda y eficiente.

Los gobiernos han dejado el teletrabajo librado a quien pueda aplicarlo. Si bien en área del trabajo publico o estatal se pudo implementar con relativa facilidad , la implementación fue transitoria. Y en el ámbito privado la experiencia ha sido dispar según el sector de trabajo.

Un estudio del CDC de Estados Unidos demuestra que el teletrabajo disminuye el riesgo de contraer coronavirus. Acaso es necesario hacer una exploración estadística para extraer una conclusión tan obvia. Es que si solo cuentas la cantidad de personas con las que te cruzas cuando vas hacia un trabajo presencial frente a la misma cantidad cuando teletrabajas, alcanza y sobra. Si toda la gente pudiera teletrabajar disminuirá en forma drástica el número de contagios de cualquier enfermedad.

Es cierto que el Covid-19 adelanto la historia 20 años, y de repente todos estuvimos online aprendiendo, trabajando, haciendo reuniones de trabajo o hablando con el medico vía Zoom, haciendo transacciones electrónicas de todo tipo y muchos invirtiendo en bitcoins o monedas virtuales que ofrecen mejores retornos que cualquier banco.

Pero ante la menor baja de contagios o remanso de la ola que paso, todos volvimos a hacer actividades presenciales dando lugar a interacciones que hicieron surgir nuevas olas. La nueva normalidad, la vida presencial guiada por protocolos de todo tipo, fue un fracaso a los efectos de evitar nuevos brotes, no en cuanto a que pudiera haber sido aún peor.

El 2020 fue el año de los protocolos hechos por expertos que parece, en muchos casos, que nunca hubieran ido hasta la esquina de su casa. Casi todos los protocolos de distanciamiento social son incumplibles , basta con subirse a un bus, metro o ascensor para que desaparezca la distancia social y la ventilación. Y su incumplimiento no es culpa de la gente, es responsabilidad de los “expertos” que afirmaron que esos protocolos podían llegar a funcionar.

Pueden haber funcionado para salvar la economía, seamos claros, a costa de enviar gente a que se contagie. Por ejemplo , en estas navidades se restringió, en muchos países, el número de personas por reunión familiar; en los mismos países que se permitía que, en un bar, hubieran diez o más personas comiendo, sin barbijo. Esta demostrado hace meses que el virus se trasmite por el aire y que los locales cerrados no deben usar aire acondicionado; pero miles de millones de bares no tienen buena ventilación natural y ni imaginemos sus cocinas. Cómo no van a haber nuevas olas si los focos de contagio siguen en actividad.

Mas allá de que el teletrabajo masivo siga o no después de la pandemia, el primer gran paso ya está dado y es el más importante. Es posible hacerlo, mas que posible , es necesario. Porque si no queremos que aparezca otro virus similar o que el planeta vuele de contaminación debemos movernos menos y para esto la red nos evita un sinfín de traslados innecesarios.

El futuro ya llegó, y no es el mejor, sin duda.

El optimismo tecnológico no ha sido mas que una excusa para vender y ganarse el pan. No está mal, pero ha tenido una buena cuota de responsabilidad porque si caímos en semejante crisis es porque no estábamos preparados. Y mientras todos estábamos hipnotizados ante nuestros teléfonos móviles, engordando la cuentas de Facebook o Youtube, nadie producía mascarillas , políticas de salud pública, vacunas, etc.

Solución: Escapar hacia adelante

Así como en la segunda guerra mundial, en la ciudades habían sirenas que anunciaban la proximidad de bombarderos y toda la población corría hacia los refugios; actualmente ante la amenaza de descontrol de un brote mas que la llamada a una cuarentena o a un toque de queda se debería llamar a un pasaje total al modo virtual con teletrabajo obligado para todos. Si, todos.

Si bien, es cierto que hay muchos trabajos que no pueden ser hechos en forma remota, hay que dar herramientas para que puedan ser realizados. Por ejemplo una pequeña tienda o almacén de barrio tiene que tener la posibilidad de vender online dando un tarjeta o código a sus clientes habituales para que les compren a través de Internet. La empresa que más ha facturado en esta pandemia es Amazon, ¿Vamos a dejar que solo esta empresa pueda vender online?

¿Y la ida al bar o a la escuela?

Se habla mucho de la Inteligencia artificial pero no se han podido crear ambientes de realidad virtual que sustituyan el contagioso encuentro en el bar o en un parque. Es un gran debe de la tecnología. La habitación de los leones del libro “El hombre ilustrado” sigue siendo un gran cuento de ciencia ficción. Si pudiéramos hacer turismo virtual realista por la estepa africana o por la vulgar Europa se salvaría el planeta de la contaminación. Y si pudiéramos reunirnos con nuestros amigos en un entorno virtual 3D con hologramas habría menos trasmisión de enfermedades.

Ni siquiera la escuela presencial ha podido (o querido) ser sustituida pero no porque haya algo valioso que enseñar (todo se puede aprender online) sino que las escuelas y liceos se utilizan, muchas veces, como guarderías de niños o adolescentes mas que como lugar para aprender. Es donde los padres dejan a los niños mientras ellos trabajan, creyendo que ahi aprenden algo.

La clases se interrumpieron y luego se crearon aulas especificas, con mamparas de acrilicos, horarios desfasados, menos días de clase, retorno gradual, medidas de higiene de todo tipo y distancia social de un metro entre los alumnos . Todo para que llegado el día de retorno a la presencialidad la clase trate sobre cuales son los mares del mundo o los tipos de triángulos y temas similares que se vienen enseñando, hace 300 años, de la misma forma. Y como era de esperar, se crearon más focos de contagios.

Luego de la pandemia ¿el mundo cambiará? No, porque no ha cambiado en el transcurso de ella y ante la mínima vía de escape muchos salieron de fiesta, sin mascarilla o incluso apoyaron algunas teorías negacionistas.

Pero lo importante ya no es que cambie el mundo, lo importante es que puedas cambiar tu, en alguna medida. Que puedas ser más libre, trabajando , aprendiendo o haciendo lo que sea desde cualquier lugar, lejos de los focos de contagio.