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No somos todos iguales

10/8/2020

Libro Mokups

El libro “Desde cualquier lugar” lo tenía terminado en diciembre de 2019 pero cuando estaba revisando o haciendo los últimos retoques, durante enero pasado, surgió el coronavirus y muy rápidamente hubieron millones de personas teletrabajando en China, lo cual me hizo modificar parte del contenido. Luego, cuando lo iba a publicar en febrero ya se estaba expandiendo el virus por el mundo y el resto es historia conocida en cuanto al alcance de su expansión. Esta historia , tan cambiante, me hizo publicar dos ediciones en menos de un mes ya que habían cambios de perspectiva, por ejemplo parecía que íbamos a cuarentenas más largas que luego se transformaron en la tendencia actual de aislar los brotes.

Lo que creía que no iba a tener muchos cambios eran las legislaciones ya que dedique un capitulo a las mismas y los principales países tenían sus legislaciones vigentes respecto al trabajo remoto. Es que hay millones de personas que teletrabajan desde hace años y por lo tanto, experiencia para legislar había. ¿Había? Pues resulta que ahora surgen, por todos lados, leyes reguladoras del teletrabajo en países donde se suponía que lo tenían regulado hace mucho tiempo, como en España o Italia.

Parece que los políticos corren desde atrás todos los problemas y no solo con el Covid-19. Es que cuando eramos, relativamente, pocos no incidíamos y ahora al ser millones, el ingreso masivo de fuerza laboral remota enseño a muchos lo que es el trabajo remoto. Pongamos en perspectiva que teletrabajar se puede hacer desde hace veinte años o incluso desde antes. Pero los políticos recién se enteraron y entraron poco menos que en pánico queriendo trasladar leyes del mundo presencial al mundo virtual: que la empresa contratante pague la computadora, el consumo de energía, el seguro de accidente laboral , etc . Todo muy políticamente correcto, el problema es que será más fácil y barato, para cualquier empresa, contratar en el extranjero porque además, o más importante, el teletrabajo permite contratar a la persona que buscamos este en nuestro propio país o en el otro extremo del planeta. Si no encuentro al trabajador que necesito en mi país, por ejemplo programadores (que hay deficit en muchos países) ¿Tendré que formar uno? Puede ser una opción, pero mientras, o si no es posible formarlo, tendré que buscarlo en otro país e Internet no solo sirve para mirar series.

Por estos días se están repitiendo todos los lugares comunes sobre las ventajas y desventajas del teletrabajo sobre lo cual hay miles de reportes previos al Covid-19. El teletrabajo no comenzó con el coronavirus.

Me parece que el problema es que ha ingresado a teletrabajar un tipo de trabajador presencial que va a seguir trabajando presencialmente así lo haga desde su casa. Si la empresa X tiene 1.000 empleados y aporta tanto al gobierno a través de impuestos; al gobierno, del país que sea, no le va a interesar que esos empleados desaparezcan o entren en una nebulosa difícil de regular. Entonces se trata de que ese nuevo teletrabajador este lo más regulado posible. Ni te vayas a mover de 9 a 17 hs de frente a tu computadora. Y sin duda que puede funcionar para muchas empresas porque si funciona que te controlen presencialmente, que lo hagan en forma remota no es tan complicado, basta con colocar una cámara que te vigile. Será un trabajo tele-presencial; el jefe te estará mirando, o tus compañeros o un simple software de control (no cubras la webcam). Pero no te preocupes que todos tus datos e imágenes serán mantenidos en privacidad así como yo soy la reina de Inglaterra. Este tipo de trabajo remoto no tiene nada de parecido con el teletrabajo que he realizado todo mi vida o el que realizan millones de teletrabajores; trabajar por resultados, sin horarios y casi sin jefes.

Es cierto que el teletrabajo más libre no es para todos, por algo todos estos millones de nuevos teletrabajadores no habían ingresado al trabajo remoto; hay toda una cuestión de cambio cultural. De hecho, en estos pocos meses de teletrabajo forzado, muchos defensores del trabajo presencial le han tomando el sabor a quedarse en casa. Otros seguirán trabajando en forma presencial porque tampoco hay que olvidarse que muchas personas no tienen las condiciones para poder trabajar en casa ( familia, hacinamiento, ruido, etc). En el libro tomando como modelo países como Japón o Alemania que durante el 2019 tenían un 15-20 % de su población, en actividad privada, teletrabajando, predije que el techo de teletrabajadores para cualquier país de América Latina era de un 15-20 % en las mejores condiciones posibles. Y el tiempo me dio la razón ya que con la obligación de cuarentena llegamos a esos porcentajes. Lo cual indica que hay mucho terreno para ganar ya que estos porcentajes no significan que el 75-80% del trabajo no pueda ser realizado en forma remota; solo indica que falta formación, cambio cultural o simple decisión política. En el 2018, Japón necesitaba más trabajadores japoneses y solo le quedaba gente mayor o retirada y muchos vivían fuera de las ciudades. La solución fue teletrabajo más incentivos. Y llegaron, antes del covid-19, a un 20% de la fuerza laboral privada haciendo teletrabajo. Pero durante lo que va del 2020 no pudieron hacer crecer mucho el porcentaje por una vieja tradición de sellados en papel. En todos lados el cambio cultural es fundamental para no quedar atados al pasado.

Lo ideal o lo que se haría en un mundo normal y sustentable (no en una nueva normalidad) es que el trabajador trabaje donde quiera y como quiera siempre que pueda rendir lo que se espera de el. Es absurdo que todos tengan que cumplir un mismo horario como que todos fueramos iguales. Si todos tuvieran que apretar tuercas sería valido, pero tenemos que remontarnos al fordismo para encontrar esquemas laborales de este tipo si bien aun existen muchos empleos donde las tareas son tan rutinarias que todos lo trabajadores rinden lo mismo dentro de un determinado horario, por ejemplo cajeros de supermercado, empaquetadores, periodistas de noticieros, etc. Pero hay millones de empleos, desde administrativos, creativos, sociales, etc y casi todas las profesiones liberales que no tienen porque cumplir un horario.

Entre un extremo y el otro está el esquema mixto de algunos días en la oficina y otro días en casa y no está nada mal ya que los días en la oficina sirven para el trabajo en grupo, determinar objetivos, pautas de trabajo y lo más importante conocernos mas.